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Hermanas y hermanos,llegamos con este domingo al
final del año litúrgico. La conclusión es sencilla, y
sirve de título para la solemnidad de hoy: Cristo es
el Rey.

Hermanas y hermanos, estamos a punto de terminar nuestro año litúrgico es como espontáneo dirigir la atención hacia el final. Y cuando la Escritura se refiere al final es el gran final, es lo realmente último, es decir, aquello que ya no será sucedido por nada más, aquello que lleva la marca de lo definitivo.

Hermanas y hermanos, las lecturas de este
domingo nos muestran que en realidad el tema
entero de la Biblia es el amor. El mensaje que Dios
ha querido darnos, desde la primera hasta la última
página, es AMOR, aprender a amar. Uno cree que
el amor es algo espontáneo y por consiguiente
algo que no necesita ser enseñado y que no puede
ser aprendido.

Hermanas y hermanos, las lecturas de hoy tienen un delicioso sabor de alegría. Es el gozo del pueblo que vuelve a casa, en la primera lectura; es la solemne ventura del llamado al
sacerdocio, en la segunda lectura; es la felicidad desbordante del ciego curado en el evangelio.

Hermanas y hermanos, cual es el sentido de la
Humildad Cristiana?. Digamos de entrada, que
Cristo no condena el deseo de ser importante ni
habla mal de quien quiere tener el primer puesto. Por lo menos en el evangelio de hoy no es ese su
propósito.

Hermanas y hermanos, la grandeza de una opción,
el tema central de las lecturas de este domingo es
la opción. La grandeza y al mismo tiempo toda la
responsabilidad de ser humanos depende de esa
palabra: opción; optar.

Hermanas y hermanos, la primera lectura de hoy
nos presenta la creación de la mujer como un
acto de amor con el que Dios completa la
existencia de Adán.

Hermanas y hermanos, la tolerancia, como virtud social las lecturas de este domingo, van sin embargo en ese sentido. Y debemos decir, sin complejos ni arrogancias, que hay un sentido cristiano de la tolerancia. Así por ejemplo nos enseña el Concilio Vaticano II en su Decreto sobre la Libertad Religiosa, n. 2.