SemanaXXVII del tempos Ordinario
Hermanas y hermanos, la oración es tan poderosa para transformar y santificar nuestras vidas, no es extraño en absoluto que tenga tantos enemigos. Bien saben esos enemigos que si nos sacan de la oración nos desconectan de la fuente de la gracia. Todo el ataque del demonio se reduce a que dejemos de orar.
Sin embargo, el demonio no es el único culpable de la pobreza o mediocridad de nuestra oración. De hecho, orar es difícil y en algunos casos heroico. Aparte de las dificultades esperables como sacar el tiempo, formar una disciplina, recoger nuestros pensamientos, hay circunstancias en que sentimos que no tiene caso orar. Es duro orar cuando hay poca fe, pero resulta casi imposible cuando huye la esperanza. Y de eso tratan las lecturas de hoy: historias de gente que perseveró orando cuando las cosas eran adversas y parecía inútil cualquier esfuerzo.
Se puede decir que perseverar en la oración es el arte de no desesperarse. Saber que muchas cosas fallan, que los enemigos son fuertes, que las circunstancias son contrarias y sin embargo, seguir orando. Así obró Moisés, ayudado por sus colaboradores, que le sostenían las manos. Y así también la viuda del texto evangélico que hemos escuchado. Cualquiera diría que ella estaba desperdiciando su tiempo. Así mismo nos sentimos nosotros muchas veces al orar por causas que ya vemos perdidas. Pero logró lo que parecía imposible.
El proceso de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta ha revelado que en una etapa de su vida sufrió una dolorosa “noche oscura”.Ella lo explicaba en una carta fechada en 1959 a su director espiritual: “Me siento perdida. Dios no me quiere. Dios podría no ser Dios. Podría no existir”. El proceso de beatificación, dirigido por el sacerdote canadiense Brian Kolodiejchuk, examinó los documentos y testimonios sobre su vida, su correspondencia con el sacerdote que la dirigía espiritualmente. Asi aparecen reflejadas sus dolorosas inquietudes, que incluyeron dudas sobre la existencia de Dios. “Es un fenómeno por el que atraviesan todos los grandes místicos y maestros espirituales, como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, llamado noche espiritual o noche de los sentidos. Son periodos especiales de la vida espiritual en los que se sienten abandonados por un Dios al que ven lejano”.
Feliz y bendecida semana.
